del sector agrario y del mundo rural, donde todavía habita la mitad de la población. Esta nueva fase, aun contando con los problemas estructurales como el elevado coste energético, está caracterizada por el crecimiento de los nuevos sectores de la denominada segunda revolución industrial (tema 8), con una fuerte componente de innovación, como el eléctrico, químico o la automoción. El desarrollo de la energía hidroeléctrica permite alterar el mapa de localización industrial, con la posibilidad de llevar la nueva energía a grandes distancias. Aunque hay progresos en la concentración fabril no se puede olvidar que buena parte de la producción sigue ligada a empresas de menos de 10 trabajadores. A pesar del rebrote del proteccionismo, durante este periodo se observa una mayor integración en la economía internacional, con un sensible aumento del comercio exterior. Es sintomática la intensificación de las relaciones franco-británicas, donde Francia consigue un excedente comercial derivado de las exportaciones de manufacturas y productos orientados a una demanda de calidad, mientras que Gran Bretaña exporta materias primas (principalmente carbón) y bienes semiacabados.